Narratives of Vulnerability in Mexico’s War on Drugs

Sección: Reseñas
Sobre los autores:
  • Karla Castillo Villapudua 1
  • 1  Universidad Autónoma de Baja California

Raúl Diego Rivera Hernández, Narratives of Vulnerability in Mexico’s War on Drugs . London: Palgrave MacMillan, 2020. 211 pp. ISBN: 978-3-030-51144-9


La obra Narrativas de vulnerabilidad en la guerra contra las drogas en México, del prestigioso académico Raúl Diego Rivera Hernández, es el resultado de una investigación compleja y exhaustiva de un tema lastimoso para México: la crisis de los derechos humanos tras la guerra contra las drogas. Se centra en tres comunidades específicas que han estado inmersas en esta absurda batalla: los migrantes centroamericanos indocumentados en tránsito hacia Estados Unidos, los periodistas que informan sobre la violencia en regiones de alta peligrosidad y los familiares en duelo de víctimas de crímenes graves, que toman colectivos acción colaborando en proyectos comunitarios que parten de los derechos humanos y en la búsqueda de los desaparecidos.

Luego de analizar algunas novelas contemporáneas, crónicas periodísticas, trabajos testimoniales y documentales, la investigación saca a luz el gran torrencial político de la vulnerabilidad y victimización de las comunidades visibilizadas en estas representaciones ficticias y no ficticias. La violencia manifiesta a través de diversos grupos minoritarios, como lo son los migrantes, periodistas y activistas, que en su lucha día a día por ejercer el derecho a vivir en paz y justicia son atropellados por diversos mecanismos de dominación.

La obra está estructurada en cinco capítulos: “Vulnerabilidad y victimización en la guerra contra las drogas en México: una crisis de derechos humanos”; “Vulnerabilidades y resistencias en tránsito: narrativas de transmigrantes coloniales centroamericanos”; “‘Nos están matando!’: reflexividad profesional sobre la violencia contra periodistas mexicanos en Crónicas contemporáneas”; “Los dolientes disidentes: participación política de las víctimas en el activismo por los derechos humanos” y, finalmente, las conclusiones a las que llega el autor.

Uno de los grandes retos de la obra consiste en argumentar que a pesar de la violencia también emergen actos de resistencia. Así, desde el primer capítulo el autor, con suma lucidez, se lanza a la compleja tarea de mostrar cómo desde el periodo presidencial de Calderón, Fox y Peña Nieto han coexistido estas guerras en territorio mexicano y que de cierta manera se perciben como un fenómeno normal.

Por otro lado, de la mano de Butler, el académico conceptualiza la vulnerabilidad como una condición de desventaja que se disemina en múltiples rangos que van desde la clase social, el género o la raza. De este modo, el foco son todos aquellos cuerpos violentados a partir de estos dispositivos de opresión, que marcan o violentan estas vidas no contadas en el escenario de la guerra contra las drogas. ¿Qué pueden hacer las víctimas de esta guerra ante la indiferencia de las instituciones? A primera vista, el autor invita a no concebir a estas personas sólo desde su condición pasiva y vulnerable, por el contrario, es de suma importancia concebirlos como agentes activos capaces de resistir ante estas políticas catastróficas.

Es en el segundo capítulo donde Rivera Hernández analiza la vulnerabilidad de los migrantes centroamericanos a partir de la lectura de tres novelas: Amarás a Dios sobre todas las cosas, de Alejandro Hernández; La fila india, de Antonio Ortuño, y Las tierras arrasadas, Emiliano Monge. Estas obras capturan de manera magistral, las vivencias e historias de los migrantes indocumentados cuando enfrentan múltiples peligros y riesgos. Ante la terrible trayectoria inhóspita de los migrantes, estas narrativas sacan a luz la condición de homo sacer, de aquellos seres humanos que buscan un espacio para vivir de manera digna y que, no obstante, se les trata como vidas no contadas, vidas violentadas, vidas racializadas, deportadas y explotadas.

El tercer capítulo nos invita a navegar por un escenario de vulnerabilidad y violencia contra los periodistas en el contexto mexicano. A través de crónicas contemporáneas el autor elabora una crítica sagaz a los diversos dispositivos de silenciamiento y hostigamiento al que se exponen los periodistas al tratar de revelar las diversas operaciones, donde en ocasiones no se respeta la libertad de expresión, y ponen en riesgo sus vidas al ejercer su claro compromiso ético y social. Los trabajos de Javier Valdez -“Tamaulipas y el periodismo del silencio”-, Vanessa Jobs -“La resistencia cibernética”- y John Gilbers -“Tinta contra el silencio”- sobresalen por visibilizar el estado de precariedad de la prensa. En este marco, el investigador expresa que en las crónicas podemos dar cuenta cómo en ocasiones los mismos periodistas adoptan el papel de protagonistas de sus propias historias, exponiendo su propia vida ante organizaciones criminales al realizar su trabajo con profesionalidad y compromiso.

El cuarto capítulo analiza dos documentales que abordan el activismo como una praxis que emergen ante la crisis del narcotráfico. Tal es el caso de El despertar de Ayotzinapa, de Carlo Beristain, El tiempo de Ayotzinapa, de Diana del Ángel, así como Buscadores en un país de desaparecidos. Asimismo, se explora el caso de Julio César Mondragón, uno de los tres estudiantes asesinos en Iguala, donde se analiza la prescripción de la Ley General de Víctimas que divide a las víctimas en directas e indirectas, en ese sentido, los estudiantes pertenecen al primer rubro y los familiares al segundo.

El autor menciona que los diversos grupos vulnerables analizados en esta obra son afectados por una necropolítica compuesta por un grupo de actores estatales y no estatales cuyo objetivo es administrar los diferentes mercados criminales. De esta forma, amplían su poder al control de territorios, información y sociedad. Por ello, los transmigrantes coloniales son víctimas de conflictos de intereses por grupos contrapuestos que se disputan la administración del control territorial. Así, los personajes retratados en estas obras desafían las lógicas de poder impuestas a través de formas que resisten al control territorial y social.

Finalmente, el autor nos presenta algunas de sus conclusiones más destacadas. Entre las que podemos mencionar, las formas de resistencia que se producen en contextos de guerra contra el narcotráfico, que van más allá de una agencia pasiva que queda inamovible ante las múltiples violencias. Periodistas que arriesgan su vida para informar más allá de las coacciones o castigos; familiares de víctimas que no se quedan callados y exigen verdad y justicia. Una obra que, sin sombra de duda, nos invita a la concientización profunda, pero también a la praxis de una política de la imaginación afirmativa, donde las víctimas toman la voz, y en cierto sentido logran emanciparse de los diversos dispositivos de opresión. Un ejemplo de vida y resistencia que durará una práctica vitalista que afirma que hay otras formas de vivir al margen de la dominación.

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